No quiero que mis muertos descansen en paz, tienen la obligación de estar presentes, la obligación de estar vivos en cada flor que es robada bajo la complicidad de medianoche.
Cuando nosotros los vivos jugamos para pasar el sueño de noches perdidas y enhebramos nuestra amargura, convido a mis muertos a estar presentes en cada noche de desvelo.
No quiero que los mios se olviden bajo la tierra, cubiertos de flores marchitas y cemento frió, los que ahi están son sus cuerpos.
No quiero que mis muertos sean hundidos e ignorados por los que aun estamos en la tierra; tampoco me gustaría que a mis muertos los olvidaran en cualquier parte del mundo, en cualquier frió hemisferio lleno de apatía.
Obligo a mis muertos a que estén en el diario andar de los que aun estamos vivos, los obligo a desnudarse y a trasplantar cada una de sus ideas en lo que aun seguimos de pie.
Dejo a mis muertos en la piel de cada uno de los que gozan al andar libres en la tierra, mis muertos están en cada uno de nosotros, mis muertos aun no mueren, sus cuerpos perecen en lo mas frió de las tumbas silenciosas, mas sus ideas, sentimientos, alegrías, vivencias y recuerdos están con nosotros.
Ellos están junto a nosotros, están en cada acción, en cada barricada, por que el único muerto, es el que se olvida.
Mientras la Anarquía sigue viviendo.-
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